La inmortalidad de una muerte viviente

 

Ella llegó, me observó y decidió saludarme. Yo, impactado, decidí responder la ‘cortesía’. Mi intención era más atención que afección en sí. Algo relativamente inocuo, sacó a flote contradicciones insuperables.

Ha vuelto, aparentemente desahuciada, a reclamar su ofrenda. Al no encontrar servida mi alma en su mesa, sólo me queda esperar su venganza. Mientras aguardo con ansias la violenta respuesta, me enraízo a la vida. Veremos si la tierra que me abraza no es desgarrada por la fuerza de la sumisión.

Si por alguna razón me he de querer ahogar en su locura, no se entrometan. Se que en el fondo Ella no se detendrá, nunca lo ha hecho. Sólo así contemplaré la magnificencia de la tormenta que me está matando, ahí cuando me rinda ante el despliegue de su fuerza.

 

Ella

 

~ por EA en 1 noviembre, 2010.

Una respuesta to “La inmortalidad de una muerte viviente”

  1. Aunque es un texto pequeño realmente logra demostrar lo principal de un escrito, es decir un tema bien definido y una mezcla de emociones, pero sobre todo logró captar mi atención lo que muy poco autores logran hacer. F

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